Te quiero, me decía el embustero
Te juro que mi amor es noble y puro
¡ Vidita !, cuando acabe de estudiar,
te prometo por mi madre
que nos vamos a casar.
Tanto querer me fingía,
tan buena fe demostraba,
que a su pasión cedí un día
sin pensar que me engañaba.
Y mirando en la vidriera,
me esperaba que saliera,
por las noches de coser.
Al rayar el nuevo día,
a las clases el volvía,
y volvía yo al taller.
Así pasaron los días,
así pasaron los años
sin que en nuestras alegrías
entrasen los desengaños.
Terminó al fin su carrera,
y un buen día se marchó.
Al marchar me dijo, ¡ espera !
y he esperado y esperado…
pero nunca mas volvió.