El pobre Don Pancho que vive en su rancho
con su mula negra, su vaca barcina,
su perro, su gato, su alegre cochina
y otros animales de igual condición,
hoy está gimiendo con honda tristeza
¿Qué tendrá Don Pancho? ¡Dolor de cabeza!
¡Pobrecito Pancho de mi corazón!
Bajando la oreja la mula se queja,
lloran la cochina, el perro y el gato,
rebuzna la mula, da gritos el pato,
la vaca no quiere dejarse ordeñar.
Todos por el amo sufren pena intensa,
y hasta un ratoncito que anda en la despensa
mirando a Don Pancho, se pone a llorar.
Ante tanto duelo apiádase el cielo,
y hace que Don Pancho con mente afanosa
recuerde que tiene guardada una cosa
que un médico amigo le dió antes de ayer.
La saca, la mira, la huele, la toca…
y ¡Zas! se la traga con mucho placer.
Y sus animales viendo muecas tales
miran como Pancho traga la tableta.
¿Será que Don Pancho perdió la chaveta?
¿Será que Don Pancho se va a suicidar?
Y atentos, ansiosos, callados y lelos,
abiertas las bocas, parados los pelos,
están esperando lo que va a pasar.
De pronto, da un salto de tres varas de alto,
y exclama dichoso con voz conmovida:
Mi mula del alma, mi vaca querida,
mi gato, mi liebre, mi pobre ratón,
ya pasó mi pena, ya estoy aliviado,
la gran aspirina, remedio adorado,
ha sido la tabla de mi salvación.
Y se arma en el rancho el gran zafarrancho,
bailan como locos el perro y el gato,
rebuzna la mula, da gritos el pato,
el señor conejo danza un rigodón.
se muere de risa la vaca barcina,
baila en una pata la alegre cochina
y en medio de aquella feliz confusión…
¡Viva! grita Pancho, ¡la gran aspirina!
¡la gran aspirina de mi corazón!…..